sábado, 16 de mayo de 2009

Cuando la rosa de los vientos, gira el norte al sur y el oeste al este


Lentamente voy despertando de una larga pesadilla. No distingo realmente lo ficticio de lo real, pero no le doy importancia. Todo me parece inestable, y la verdad no sabría decir si despertar será mejor que seguir en la pesadilla.

Así, pasan los días. Y algo en mí, en mi mente, alma y corazón va creciendo descontroladamente, sin preguntarme ni pedirme autorización de su existencia.
Aún así, lo dejo estar, porque de cierta manera siento que me hace bien. Diariamente me dedico a revisar pocas estancias del mundo a través de un portal que me muestra todo en diferentes posiciones, diferentes colores, todo desordenado pero que genera un extraño orden en mí.

En un momento, en que creí mi vida sin rumbo, me di cuenta de lo que me trajo a vivir en ella. Toda esas nubes de colores grises y que eran lluvia asegurada, de la nada van moviéndose de mi camino.
Pareciera que con mis pisadas, mis huellas y todo lo que dejo atrás, se ilumina mi presente y futuro.
No sabría cómo explicar tal emoción. Les debo muchas cosas a las personas como yo, que han decidido escribir en este enorme diario de vida a nivel global, no con la intención de ser útiles para otra persona que los lea...sino que únicamente para desligarse de cosas que tienen en la "punta de la lengua" pero que no son capaces de expresar libremente en lo cotidiano.

"Sin querer queriendo" han construido en mí una pequeña rosa de los vientos, recordándome cuál es mi norte, donde quiero llegar (quizás no a largo plazo, sino que prometiéndome pequeños desafíos a realizar, pronto)...cuál es mi sur, al cual no pretendo volver jamás ya que es el otro polo que no permite su coexistencia con el norte, por ende se rechazan y opto por el que me permite seguir caminando. Crean nuevas extremidades, nuevos brazos equidistantes, el este y oeste a los que pretendo realizarles visitas pasajeras pero que no aseguren mi estadía permanente.
Quisiera no perder esta sensación de control descontrolado.

Pero nadie nos asegura que siempre nuestro norte apunte al mismo lugar, ni que nuestro sur realmente sea la fatalidad del norte. Nadie nos promete que el este y oeste serán solo estadías pasajeras. Quizás permaneceremos siempre en uno de ellos, tratando de nuevamente encontrar el norte, el sur, inventar otro este y oeste.
Sin embargo, qué importa hacerse estas preguntas. Lo más probable es que la rosa de los vientos, con el soplo de nuestro aliento, esté en permanente cambio. Quizás creemos saber a dónde nos dirigimos, pero la verdad es que no hay donde llegar.

Quisiera creer que si hay un fin...y que la vida es el eterno camino a su encuentro. Pero quisiera más aún creer que a medida que avanzo aparecen atajos, desvíos, estaciones de relevo, etc. que nos impidan llegar a el fin. Solo saber que existe tal, no quiere decir que queramos acercarnos a él con anterioridad.

Quiero seguir enamorándome de cada palabra que leo. Seguir saboreando cada experiencia vivida por cada persona, quisiera seguir sintiéndome amuleto para otra gente, como otros lo son para mí.

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