lunes, 24 de agosto de 2009

Cambios hormonales


Lamentablemente, las emociones fuertes e insignificantes, afectan nuestro cuerpo de manera física.
Se nos cae el cabello, nos llenamos de granos en la cara, sudamos anormalmente, nos da alergia, engordamos, adelgazamos, etc.
¿Cómo poder controlar eso? es la pregunta que nos hacemos cada vez que nos vemos envueltos en ese tipo de situaciones. Creemos en el poder de la mente, y que todo pasa por la cabeza. Podemos controlar impulsos, podemos controlar emociones...podemos incluso controlar enfermedades. Porque todo pasa dentro de este minúsculo terreno de la razón. Si la fiebre no nos deja pensar fríamente, si la alergia no nos permite ponerlos panties, si rascarnos la cabeza significa perder 200 pelos a la vez...¿qué dirían si supieran que todo eso lo podemos controlar?

La verdad esa es la "pomada" que nos vende la medicina alternativa pero la verdad, a mi parecer, dista muchísimo de ese axioma. Hay cosas, que simplemente no podemos controlar por más que nosotros queramos hacerlo. No podemos y ya.

¿Cómo evitar sentir dolor de estómago cuando vez un examen en blanco en tu escritorio, cómo evitar las mariposas en tu estómago cuando se acerca tu enamorado? ¿Cómo evitar la fiebre cuando lloramos incesantemente por un ser querido que se marchó de esta tierra? Simplemente la mente nos juega una mala pasada...y se nos duerme. No reacciona a nuestras órdenes para calmar los dolores, porque lamentablemente no pasa por ella el remedio.

Dejemos que las emociones actúen en nosotros de manera natural. No las veamos a través de una lupa ni tampoco sobre un aerostático. Debemos darle la importancia que merecen a los problemas, ni más ni menos.

Así yo creo que no sufriremos tanto si cada vez las tensiones cobran su sueldo. No mezclemos emociones que ahí es donde radica nuestro mayor error. Las emociones valen por si misma, no le atribuyamos valores que no merecen.

domingo, 16 de agosto de 2009

¿Dónde te metiste?


Amigo, te busco y no te encuentro.
Te necesito y no me respondes.
Estás pero te siento ausente.
Vives, pero no te escucho respirar.

Necesito que seques mis lágrimas,
necesito que me acompañes en mis
dolores.
¿Dónde estás que no te encuentro,
cuando más te necesito?
Somos amigos, pero por favor
responde a mis llamados desesperados.

Busco a mi amigo que un día se alejó,
razón: desconocida...necesidad: total.

Vuelve, que hoy lloro y busco
tu hombro donde apoyarme.

viernes, 14 de agosto de 2009

Boris, donde quiera que estés, esto es para tí



Querido Boris:

Ahora cuando todo parece perdido, ahora cuando mis palabras no valen nada...ahora que no te tengo en frente para decírtelo, ahora...quiero hacerlo.
Te quiero dar las gracias por ser el profesor de religión más proactivo y motivado de mi colegio. No solo movías a los niños, sino a tus propios compañeros de trabajo hacia la fe en Dios.
Porque teniéndolo todo, no guardaste nada para ti...todo lo que recibiste, lo regalaste al instante, sin saber que por cada vez que dabas, recibías 3 veces más..

Profesor, Boris querido, hoy te vi tras el vidrio que separaban mis lágrimas de tu rostro pacífico soñador. Me sentí tremendamente sorda, por no escuchar ni tomar las cosas por las riendas y participar de cuanta actividad me presentaras.

Hoy, que te marchas pero claramente a un lugar mejor que éste, hoy...quisiera decirte que prometo, intentaré y probaré la solidaridad en mis manos. No me quiero negar a lo desconocido, por miedo a ello. Quiero probar todas las cosas que estén en mis manos, quiero de verdad, tarde pero quiero, conocer el concepto de hermandad.

Siempre te la jugaste Boris, ahora me toca a mí.
Procura acompañarme desde arriba, para que seas testigo de que quiero conocer el mundo desde otro ángulo.

Te quiero mucho, descansa en paz...


sábado, 8 de agosto de 2009

"Jesús me dijo que me riera si el enemigo me tienta en la carrera"



¿Qué sucede cuando pides mucho una cosa o la deseas demasiado, y cuando finalmente llega, no sabes qué hacer con ella?

Cuantas veces has ahorrado dinero para hacerte un regalito a ti mismo, y cuando finalmente revisas el "chanchito" de los ahorros, cuentas las monedas y...¡oh sorpresa! tienes la cantidad necesaria para comprártelo...vas a la tienda le pides a la señorita detrás del mostrador: "uno de esos, por favor", te lo pasa en las manos y te dice: "cancele en caja"... Y asalta tu mente la duda más grande que jamás hayas tenido: ¿me lo llevo, o puedo vivir sin él?

Dios mío, ¿acaso necesitas de tu mamá que te aconseje, como cuando eras pequeño, si llevártelo o no? ¿acaso no puedes decidir y sentirte tranquilo con lo que hiciste? Bueno, eso me pasa a mí...cuando deseo mucho algo, dejo que el tiempo haga lo suyo, y llega el día en el que lo puedo adquirir, o éste llega a mí (mágica e inesperadamente), y no sé qué hacer. La pienso quinientas millones de veces antes de dar mis ahorros a un extraño para que él me entregue un producto carente de valor sentimental (que si lo tenían mis ahorros) y sin vida a cambio. Sé que después de un tiempo yo le adjudicaré el valor que merezca, pero en ese minuto estoy cambiando perseverancia por producto.

No es nada de difícil soñar las cosas, e imaginarlas como nuestras y qué es lo que haríamos con ellas, pero una vez que la vida se encarga de ponértelas en el camino, pareces un niña de 10 años que lloró todo el año para que en navidad le trajeran la Barbie, y cuando ella llega no sabe si sacarla de la caja, o dejarla empaquetada.
Lo difícil es decidirse a hacer lo que prometiste harías si tuvieras ........... , en fin lo difícil es invertir. En todo sentido invertir: en el dinero, en el amor, en los estudios, en la vida en general.

¿Somos lo suficientemente valientes para hacerlo, o preferimos acopiar bienes para un fin indeterminado, que lo más probable es que se pierdan en el camino?