jueves, 3 de junio de 2010

Belleza


La quietud de sus ojos mirando sin pestañear. Su labios, abiertos levemente dejaban escapar el calor de sus entrañas simulando vapor de una tetera en el fuego. Sus párpados, parecían aferrados con una especie de pegamento al hueco de los ojos. Sus cejas parecían las de un perro mojado en invierno sin dónde ir. Su nariz sangraba, de su boca comenzaba a asomarse lo mismo.

Le dieron justo en el pecho, al lado izquierdo. Comenzaba a perder el calor, el color, la compostura y lo animado de su ser. Sus ojos comenzaron a cerrarse, sin antes dejar escapar dos lágrimas. Seguía mirando. Del cielo caía la primera gota de invierno, justo sobre su mano izquierda. Reparó en este detalle que pareció sentir especialmente. La gota parecía quemar sus frías manos. Volvió la mirada al frente.

Cayó de rodillas al suelo cubriendo sus rodillas de tierra mojada. Agacho la cabeza por primera vez, pidió perdón. El dolor no lo hacía detenerse en sus plegarias, había perdido lo único que le quedaba, en tan sencilla batalla. "Solo mata a los malos Joe" recordaba que le habían enseñado en la academia. No puedo siquiera hacer eso, lo más fácil al parecer. Había perdido todo, no jugó sus cartas. Era el primer día en Afganistán, su familia comenzaba a extrañarlo al otro lado del mundo.

No sirvió a su país, no fue capaz de matar a uno sólo. Su cazco calló al suelo, así también su cuerpo sin vida.

Ficción de una realidad, héroes o vencidos, frustración de una obligación, orgullo de una familia, vergüenza de una nación.

(favor no encontrarle el sentido)